Ya llega el decisivo partido del sàbado, que tal y como està
todo es una prueba de fuego para superar todos los miedos que han dejado la
escasez de goles y las actuaciones arbitrales desde todo punto de vista
sospechosas, por lo menos la
de Lizondo el pasado domingo en Sevilla.
Pero el contacto con mucha gente del fútbol durante la
semana me sugieren que lo que hay trasladar desde el entorno es un ambiente
sereno y de gran concentración porque los jugadores de la Real son los primeros
que quieren vencer y no vaya a ser que se despisten de lo mas importante. Ellos
tiene que estar al margen de todo lo que se origine alrededor, algo asi como
una constataciòn clara de que estamos hasta los pelos del trato que se le da al
lider.
Que por tercera vez en poco tiempo haya tenido que ser el
Comitè de Competición el que rectifique a los àrbitros es como para clamar
justicia en el césped, porque esto nos les pasa a los equipos que viene por detrás.
Y no voy a repetir lo de los penaltis, que ya lo sabemos de memoria. Solo me
quema por dentro que no està mal que les quiten las amonestaciones a los
expulsados – aquì hay que destacar la labor de despachos del club porque hacia
años que no prosperaba un recurso en Madrid- pero ¿quièn nos resarce de los
cien minutos que la Real ha tenido que jugar con uno menos de forma injusta?
Bueno, a lo que vamos, Anoeta tiene que ser ese escenario
que sobre todo empuje a los nuestros y, por què no, impresione al rival. Se le
ha ocurrido al entrenador del primer equipo del Villarreal venir a Anoeta para
tomar nota de còmo juegan sus chicos del filial para contar con ellos. Otra
casualidad que nos va a tocar vivir. Los jugadores del submanrino se van a
dejar hasta las pestañas por contentar a Garrido.
La Real tiene que ir a lo suyo, no agobiarse tampoco, pero
saber que es un partido en Anoeta en el que se juegan mucho y que son
superiores para lograr tres puntos que le pondràn a punto para rematar el éxito.
Y todos queremos ayudar. Que se note.