Tengo mis serias discusiones con los compañeros de la
tertulia de Punto Radio sobre la conveniencia de referirnos a las actuaciones
arbitrales. Pero es que no soporto escuchar que al cabo de una temporada se
compensan los errores a favor con las dádivas. Quedan tres jornadas para acabar
la Liga y estoy
convencido que de no mediar algunas decisiones fatales del juez de la
contienda, ahora no tendríamos que hacer las cuentas que hacemos, porque ya
estaríamos en Primera. Lo digo así de clarito porque estoy convencido de ello.

Admito también, porque es cierto, que la impotencia del
equipo nos ha llevado a una segunda vuelta mucho menos efectiva que la primera,
pero al final eso si se compensa, los brillantes números de la primera parte
del ejercicio con los de después para llegar a esa regularidad que sentencia a
cada uno. Pero una cosa es que no marquemos los goles que necesitemos y otra
bien diferente que, además, se nos hagan injusticias.

Cuando el árbitro del sábado pitó a favor un inexistente
penalti llegamos a pensar que habían hecho efecto las presiones de la semana y
la del propio campo que estaba espectacular. Pero diez minutos más tarde se nos
vino todo abajo porque volvimos a las andadas. Tampoco era penalti, pero el árbitro
tenía muchas ganas de pitarlo. No es normal.

A lo que vamos, en Cádiz hay que comerse el campo y todo lo
que se ponga por delante porque esperar más puede generar una ansiedad que no
nos aportaría nada bueno. Tenemos que ser capaces de conseguirlo, porque aunque
los demás resultados no nos favorezcan en esta jornada, tres puntos más
terminarían por ponernos a las puertas del objetivo. Aurrera mutilak!