Y en estas, llega Philippe Montanier, menos dicharachero queel anterior, quizás también con el obstáculo del idioma, pero con conceptos deportivos que quienes le conocen resaltan con fuerza. El nuevo entrenador quería dar el salto a una Liga como la española que consideran en su país como la mejor del continente y se ha encontrado con un equipo que le pide cosas que le gustan. No ha dudado en aceptar la oferta de la Real y tampoco le ha costado hacer las maletas. Negociar su salida ha sido el mayor obstáculo para no haber dado su conformidad el primer día en que se sentó con Aperribay y Loren. Vamos, que estaba como loco por coger este tren y aquí le esperamos con los brazos abiertos para que nos haga disfrutar viendo jugar a nuestra Real. No se le pide mayor objetivo clasificatorio que al anterior, pero se espera desde la dirección deportiva que mejore otros conceptos que quizás quedaron desasistidos a juicio de los mandatarios realistas y que conviene centrar para que nadie se despiste del cauce por el que debe discurrir este proyecto. Lasarte consiguió abrir brecha y Montanier intentará seguir la mejor senda para que la Real sea el club que con principios muy propios consiga convencer y navegar firme.