Qué tiempos aquellos tan bonitos en que hasta los diez partidos de Primera se jugaban al mismo horario y casi nos pegábamos los compañeros en Carrusel o Tiempo de Juego, para cantar el gol en el campo desde el que transmitíamos. Pepe Domingo no daba a basto y Paco González (léase también compañeros en otras emisoras con parecida programación) iba de aquí para allí tratando de ordenar un tráfico que se atropellaba, pero que era toda una delicia. El fútbol adquirió sus cotas más altas de interés.
Nunca el futbol será capaz de reconocer que las radios le dieron vida en sus peores momentos, que lograron tener a millones de persons pegadas a un transistor para saber lo que hacía su equipo. Así transmitimos el 26 de abril de 1981 a los seguidores de la Real el título de Gijón, era la única forma de enterarse y la emoción que se compartió entre los campos de El Molinón y Zorrilla donde jugaba el Madrid han marcado una época.
Pero estamos donde estamos y la era de las nuevas tecnologías nos ha permitido grandes avances, aunque me temo que en esto que les cuento vamos hacia atrás. Pedí a un amigo que no era de ninguno de los ocho equipos que jugaban en los partidos televisados del domingo, pero muy aficionado al fútbol, para que se sentara frente al televisor a las cuatro de la tarde y no se levantara j¡hasta las once y veinte de la noche, que fue cuando terminó el cuarto partido que ofrecían uno detrás del otro (como que el de Anoeta tuvo que empezar en horario Renfe, a las 19,50).
Pues creo que he perdifdo un amigo, al menos no me vuelve a aceptar una propuesta así, porque dice que fue una de las tardes más aburrida de su vida. El Granada-Depor fue soporífero, ese también me dio tiempo a verlo antes de ir a Anoeta, el Osasuna-Mallorca que le siguió, infumable también, el de la Real tampoco le entretuvo nada y sólo la emoción de los cinco últimos minutos del Rayo por empatarle al Atlético le mantuvieron algo pendiente. Total, castaña de tarde que más que invitarle a hacerse más futbolero le empujaban a no repetir. Y para remate, el lunes por la noche el Valladolid – Betis que no lo vio ni el tato. El fútbol está consintiendo que apaguen su vena emotiva y, sin eso, se apagará.