Terminamos muy tocados el lunes casi martes en Anoeta. Disfrutamos mucho con la Real, que incluso se permitió hacer filigranas con no pocos detalles técnicos que generaron admiración en la grada. Pero olvidamos lo más importante a estas alturas del campeonato, había que ganarle al Granada si o si, salvo que nos guste notar el aliento del rival en el cogote.
Y pasó, porque después de un buen rato espectacular tras el descanso, no llegó el tercer gol que hubiera hundido al rival y, sin embargo, los de Montanier sufrieron una pájara monumental que les hizo encerrarse en su área y en eso demostramos que no sabemos movernos bien. No me digan cómo lo marcó Recio, pero el gol del empate se intuía y de no ser por Bravo hubiera llegado antes. Lo malo es que dejar de sumar dos puntos en el descuento duele y ahora nos acordamos de los dos remates a la madera de Agirretxe y Vela o la ocasión de Estrada que salvó el meta.
Pero tampoco se les olvida a los andaluces que a los nueve minutos el gol de la Real se produce en posición de fuera de juego de Agirretxe o que Nolito tuvo dos ocasiones también claras y que aquel centro de Nyon no lo cabeceó sólo en el segundo poste Nolito porque no le dio su altura… Si les digo la verdad creo que la Real se sintió superior, miró por encima del hombro al Granada y eso le condujo a la decepción.
Ahora toca sacar el genio en Sevilla, luego ante el Madrid y vaya usted a saber si nos lo jugaremos con un Depor necesitado en la última jornada de Riazor. Tenemos que hacer, cómo mínimo, lo mismo que el Valencia, porque llegados en igualdad de puntos como estamos ahora ya saben que nos avalan las goleadas a los levantinos. Curioso que le metamos nueve goles al Valencia en los dos partidos y sólo dos al Granada que pelea por no bajar. El fútbol y sus caprichos.