Fue muy descriptiva la explicación dada por Juanma Garate ante los periodistas sobre los motivos que le han llevado a dejar el ciclismo activo. El irundarra reconoce haber tenido que recurrir a ayuda psicológica para superar el mal momento que le han provocado en su último equipo, desde el que ha sido víctima de un abandono total, incluso cuando tuvo un grave accidente del que se podían haber producido lesiones irreversibles. Afortunadamente ya está mejor, aunque con un juicio a la vista, porque reivindica lo que le corresponde y la empresa que le fichó no responde.

Garate ha sido un ciclista que nunca estuvo metido en trifulcas, que puede pasar revista con un curriculo limpísimo y eso que es de los pocos que ha sido capaz de lograr éxito en las tres grandes vueltas. En el Mont Ventoux figura su nombre con letras de oro y en San Pellegrino, el Giro se rindió a su éxito. También en la Vuelta subió al podio, pero tristemente eso méritos no han impedido que tenga que salir del ciclismo cargado de tristeza, aunque con la cabeza bien alta por el deber bien cumplido.

Ha hecho el curso de director poque lo suyo es este deporte, aunquen no sea montado en la bici, quizás al volante de un coche de director con el que espera transmitir su apredizaje en este deporte que califica “el más limpio y sano” y que necesita “unir voluntades para recuperar el hueco dejado por la ausencia del Euskaltel”.

Miro a los ojos a Juanma Gárate y veo, como siempre, un tipo sencillo, humilde, afectado por los acontecimientos y necesitado de apartarse momentáneamente de este mundo del ciclismo profesional para sanar su mente y volver a ser una persona con ilusión y objetivos en la vida. Es muy joven como para arrojar la toalla. Seguro que volverá a hacer grandes cosas en este deporte que es el suyo.