Enhorabuena para los ciclistas y auxiliares que van a mantener su trabajo en el tiempo que estaba acordado en sus contratos. Enhorabuena también para el ciclismo en general, porque se sujeta a un equipo en vías de desaparición. Todos lo pintan poco menos que como una obra de caridad de la empresa del piloto, pero me permito ser escéptico en la valoración.

Un asturiano ilustre como Fernando Alonso y otro asturiano también campeón, Samuel Sánchez, acuerdan formar un equipo ciclista con la compra de una licencia que queda libre ante el anuncio de Euskaltel de acabar con la sponsorización del que durante tantos años ha sido su santo y seña para la afición vasca. Y aquí viene la letra pequeña, porque ¿alguien cree que la empresa de un deportista que gana euros a paladas se va a empeñar en una aventura que a simple vista se presenta como una especie de ONG? Pues yo digo que no.

Alonso y su gente lo que hacen es comprar una licencia, seguro que a más bajo precio del que les costaría solicitarla directamente a la UCI y plantean montar un equipo de campanillas, no le va a valer para nada el sentimiento y la filosofía que para los que vivimos en esta esquina del mapa suponía la representación naranja. Imagino que como lección de primero de marketing venderán su apego al ciclismo vasco y sus seguidores, pero esto es un negocio como otro cualquiera y las miras están bastante más altas que lo que hasta ahora ha pretendido Euskaltel.

Ya se habla de fichar a Contador, que tiene problemas con su actual sponsor por cierto, y después de lo mal que le sentó la carne comprada en Irun, seguro que lo probará en otras dependencias que para nada llevarán una ikurriña en la indumentaria. Para empezar, la sede se desplaza a Asturias. Luego, todo lo demás. Me entienden?