Qué pronto nos acostumbramos a lo bueno y qué fácil es cambiar al otro extremo. Me niego a tener que empezar en la jornada siete a apretar las clavijas de un equipo, hay que recordarlo, que en la pasada temporada tuvo también un arranque forzoso y ¿luego qué?

Ya sé que nosotros, los que tenemos por oficio la opinión diaria, pintamos mucho a la hora de calentar el ambiente, sería absurdo negarlo, pero también hacemos lo posible por intentar lo mejor para el equipo que queremos, aunque haya quienes no entiendan que estar siempre con el incensario es muchas veces perjudicar en lugar de apoyar. Para mí, la Real ha empezado esta temporada como tenía que hacerlo, exigencia inicial para superar la previa y lo logró con dos de los mejores partidos que se le recuerdan a este club.

Lo demás se gesta y tiene largo recorrido, aunque también entiendo que unos cuantos resultados raquíticos generen desánimo en la afición. Esta Real nos ha dado motivos para confiar en ella a pies juntillas y ahí estaremos para empujarle a grandes logros.

El debate está servido con la acumulación de partidos de diferentes competiciones, y en diciembre entra en danza también la Copa, y la exigencia, ahí soy muy terco, de no olvidar que la Liga es la que nos da de comer. Todos queremos difrutar con la Champions, lograda con tanto mérito y que ha despertado semejante emoción en una afición dispuesta a gastarse todo para acompañar al equipo allá por donde vaya, pero es responsabilidad de quienes conducen la nave de tener amplitud de miras porque cuando acabe la aventura europea, Dios quiera que muy tarde, estará el reto de afianzar una buena clasificación liguera para recoger nuevos premios.

Yo me apunto a animar, a seguir en la línea en la que estábamos felices en agosto, porque este equipo sabe jugar al fútbol y bien, aunque las lesiones le minen con tanta crueldad. Pero para esta cruzada también pido, indispensable sin duda, la máxima implicación de los protagonistas, porque aunque sea menos vistoso enfrentarse al Elche o al Levante que al Manchester, hay que dejarse el alma en cada partido. Y así volverán las alegrías. ¿A que sí?