Cuando Griezmann llegó el lunes a Anoeta y vio los coches de publicidad se le encendió la bombilla y pensó que era la suya para celebrar con originalidad si marcaba. De hecho pidió que se abrieran las puertas para tardar menos. Así que cuando metió el segundo gol ni corto ni perezoso se puso al volante y varios compañeros compartieron coche.
Le esperó el árbitro para amonestarle, a lo tonto ya tiene cuatro amarillas y a la siguiente estará sancionado. Pero hay varias preguntas que hacerse. La primera es en qué reglamento figura que si te metes en un coche que está cerca y abierto es motivo de amonestación. La segunda sería saber el motivo por el que se amonesta al autor del gol y no a los que le acompañaban en la gracia…
Y, lo más importante, cómo es que la Liga patrocina un premio para el más original en las celebraciones y los árbitros desenfundan tarjetas por hacerlo. Se tendrían que poner de acuerdo, porque una cosa choca con la otra. Y, ojo, porque el chaval amenaza con hacer más cosas de estas así que habrá que enterarse antes si el árbitro lo va a consentir, porque lo de ser sancionado por hacer un chiste no merece la pena. Es demasiado coste.