Martín Lasarte llegó a la Real para intentar llevar al éxito
a una plantilla que sufría los rigores de una Segunda División incómoda. El
club estaba patas arriba por diferentes motivos y el uruguayo aceptó el reto. Asumió
los principios filosóficos que quiso recuperar el actual consejo y se metió al
trabajo con entusiasmo. Nos devolvió a Primera y con los mismos principios de
cantera se maneja entre los grandes con una soltura que ni los más optimistas
podían apostar.

Sí, porque admitido nuestro carácter inconformista, siempre
queremos más. Lo de la permanencia ha parecido demasiado poco, cuando aún habrá
que pelear hasta la meta para llegar antes que otros tres que serán los que
bajen. Lasarte está convencido de conseguirlo, transmite una serenidad
necesaria y no esquiva afrontar cualquier situación por complicada que parezca.

Durante dos horas largas le sometí en el programa de Teledonosti a un tercer grado que me
aclaró cosas que necesitaba saber de lo que pasa dentro y lo que piensa de
fuera. El entrenador confía en su plantilla, empieza a planificar el futuro y
promete trabajo y entrega hasta el último metro de la carrera. Nos habló de
todo, agradece el apoyo incondicional de la afición y espera la mejora de
algunos de los jugadores que no han podido jugar todo lo que hubieran deseado.
Espera que renueven a sus compañeros del plantel técnico y con ellos trabajar
en la misma sintonía para que la Real se haga cada vez más grande.

La Real tiene un entrenador ganador, optimista y que nos brinda la posibilidad de disfrutar del éxito. Hay que cerrar de la mejor forma posible una magnífica temporada.