Alberto Moyano

Al escritor austríaco Peter Handke le han concedido el Premio Heine de
Düsseldorf, dotado con 50.000 euros, en reconocimiento por su
«obstinada búsqueda de la verdad abierta», según los argumentos del
jurado del galardón. Sin menoscabo a los méritos de Handke, el tema
suena a premio de consolación. De hecho, el autor de ‘El miedo del
portero ante el penalty’ acaba de ver cómo La Comédie Française le ha
retirado de la programación del próximo año su obra ‘Spiel vom Fragen’.
¿El motivo? Nada, sólo el discurso que pronunció en el entierro del ex
presidente serbio Slobodan Milosevic. Dice el director de la Comédie
que está a favor de la libertad de expresión, pero también de la del
programador para incluir o excluir las obras que le de la gana. También
habla del respeto a las víctimas, argumento incontestable, como ese
otro que, esgrimiento la protección de la infancia, aboga por prohibir
el tabaco, el alcohol, el cine X y la violencia explícita. Hay que
decir que las opiniones de Handke sobre la guerra de los Balcanes se
conocían desde hace, al menos, diez años, cuando publicó su libro
‘Justicia para Serbia’.
La Comédie puede hacer de su capa un sayo, pero ojo, porque entrar en
la dinámica de vetar la obra de escritores por sus opiniones
convertiría la France, más que a ningúnn otro país, en un páramo. Dicho
en otras palabras: si ya de por sí los intelectuales tienen una fuerte
inclinación al desbarre, en el caso de los franceses se convierte en
irrefrenable. Ejemplos: Baudelaire, Celine, Sartre, Malraux, Gidé o
Bernard Henry-Levi, por citar sólo a seis. Si el veto se va a convertir
en la respuesta a las opiniones inconvenientes, jodidillo lo va a tener
La Comédie, que ya puede empezar a adaptar a Paulo Coelho.