Alberto Moyano

Después de nueve meses de emisiones semanales en Teledonosti, ‘La
ciudad se mueve’ se despedía ayer reuniendo a algunos de sus
contertulios habitual para repasar los temas que han sembrado la
trayectoria del programa. Y tras los formales agradecimientos a la
audiencia por su participación y reproches a los políticos por su falta
de encaje, los participantes entraron en materia.
La incineradora ha sido el guadiana en ‘La ciudad se mueve’. Ayer se
pidió generosidad y hubo quién quiso despedir el programa con un par de
perlas: a) que la pongan en la Llanada Alavesa. b) que la hagan a 200
millas de la costa sobre una plataforma similar a las petrolíferas. Más
enjundia tuvieron las críticas a la reforma del parque de
Cristina-Enea, y a las que se sumaron algunos espectadores vía
telefónica. Dada la condición del alcalde de ex alumno de Mundaiz se
comprendería que intentara demoler el colegio pero resultan un arcano
indescifrable los motivos que le han llevado a transformar el parque en
un jardín. En el programa, la memoria colectiva hizo acto de presencia
para recordar la tropelía cometida hace años con el adoquinado de la
Parte Vieja, sustituido por un engendro de losetas.
Tras zarandear a la hostelería donostiarra por cerrar sus cocinas a las
once de la noche, el debate se centró en la seguridad ciudadana,
concluyéndose que se trata de un problema generado por grupos de
emigrantes en paro que matan sus horas de ocio planeando delitos y
cometiéndolos. En este sentido, la portavoz del PP preguntaba al
alcalde en el programa de la semana pasada si se atrevería a ir a
dormir a las once de la noche a Altza. Afortunadamente, ni la una ni el
otro viven en este barrio, aunque no sabría decir si eso lo convierte
en más seguro. La ronda de intervenciones se cerró con un repaso a los
planes de vacaciones  de los contertulios. Dijeron que se
quedarían aquí. Pues se siente.