Alberto Moyano

En lo que a usuarios de transporte público donostiarra se refiere, el
mes de julio es el del reencuentro con las cordadas de niños con
mochila y monitor. Reencuentro, todo hay que decirlo, no deseado pero
inevitable, aunque los años de experiencia han terminado por sacar a
flote unos pocos trucos que no garantizan nada pero ayudan a disminuir
los riesgos. Aquí van unos cuantos:
1) Evitar los autobuses que cruzan la ciudad en torno a las diez de la
mañana. Son de uso obligado por los grupos de niños depositados en las
asociaciones de Tiempo Libre, Kutxa y similares. Especialmente
peligrosas son las líneas que parten o se dirigen hacia alguna de las
playas donostiarras. Esto incluye prácticamente todas las líneas
donostiarras, así que el consejo es madrugar un poco más para coger el
bus anterior o pasar de todo y llegar tarde al curro.
2) Una vez en el autobús, es peligrosísimo situarse en los asientos del
fondo. En cuanto suben al autobús, los niños se lanzan a la carrera por
el pasillo, dando alaridos y desprendiendo ese inconfundible aroma de
quien se cree que el aita también le ha comprado  el autobús para
su uso y disfrute. La recomendación apunta a intentar hacerse todos los
medios con un hueco lo más cerca posible del conductor.
3) Si se ha conseguido lo señalado en el punto anterior, hay que evitar
por todos los medios mirar fijamente a los niños cuando accedan al
autobús. Al igual que muchas alimañas, las bandadas infantiles huelen
el miedo. En cuanto localizan el foco de pavor, se ceban con él.
4) Conviene recordar, una vez más, que el truco de sentarte en el
asiento que da la pasillo para conservar el de al lado libre es estéril
en estos casos. Es más: ese asiento atraerá como un imán a los niños
–en número de uno a tres– que no dudarán en saltar sobre tus piernas
para llegar a él. Es, definitivamente, una maniobra contraproducente.
5) Conviene viajar durante todo el mes con alguno de estos artefactos
de última generación que te descarga la música a través de los
auriculares y te permiten aislarte del mundo exterior. A la hora de
elegir la música almacenada en el aparatito, las discofrafías completas
de Motorhead o Metallica pueden ser dos buenas opciones.
6) Debe abandonarse desde el principio cualquier esperanza de contar
con la complicidad del monitor de los niños a la hora de poner orden
ante tanto desmán. Mantienen la neutralidad por encima de cualquier
contingencia.
7) Si a pesar de todo lo anterior, uno se encuentra inmovilizado en su
asiento y rodeado de pequeños silvestres vociferantes, sólo queda subir
el volumen de Ipod, el MP3 o abandonar el vehículo a la carrera en la
primera parada disponible para proseguir el trayecto a a pie.