Alberto Moyano
Aparece hoy en la prensa Fernando Trueba para anunciar: «El cine
español está peor que nunca». Y el hombre se carga de razones: «El PP
destruyó el sistema cinematográfico y el PSOE no ha hecho nada para
arreglarlo». Lo dicho: peor que nunca. Sin ir más lejos, el propio
Trueba advierte que está preparando un ‘thriller’ con Penélope Cruz e
incluso una película de animación con Javier Mariscal. En todo caso,
todo es mejorar para alguien que sale de dirigir con documental con el
plasta de Carlinhos Brown.
Lo cierto es que el cine español, en boca de sus próceres, siempre ha
estado «peor que nunca». Al menos desde los tiempos de ‘Los bingueros’,
el cine español siempre anda mal. Por otra parte, igual que el teatro,
el circo, la prensa escrita o la danza. Pero Trueba podía haber
economizado saliva y reducir su frase a: «El cine está peor que nunca».
La cartelera veraniega, dominada por las producciones de Hollywood –lo
mismo que en primavera, otoño e invierno– se divide en ‘Carino, estoy
hecho un perro’ y los remakes de series y grandes éxitos de los
setenta: del Poseidón a Superman, con una pequeña aunque constante
bolsa de adaptaciones de best-sellers, tipo ‘El Código Da Vinci’.
Evidentemente, la crisis no es de producción, dirección o actores, sino
de guionistas, los encargados a fin de cuentas de escribir las buenas
historias. Por eso, se vuelve una y otra vez a los guiones ya escritos
y a los personas ya creados, sin que el resultado pase en ningún caso
de olvidable.
¿Peor que nunca? Bueno, a pesar de la pobreza de la oferta, el público
consume películas en cantidades nunca vistas antes, ya sea en salas de
cine –cada vez menos–, ya sea en casa –cada vez más– a través de DVD,
Home Cinema –o como se llame– o descargas de internet. Pues vale. Será
el signo de los tiempos pero a la hora de ver películas, nada como la
sala de cine, incomparable a cualquiera de los inventos hasta ahora
conocidos, sobre todo y si puede ser, un día cualquiera de labor.