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Alberto Moyano

El jukebox

Dios salve al punk

Alberto Moyano

Decía Allen Ginsberg en su famoso poema ‘Aullido’ que había visto
«destruidos los mejores cerebros de su generación». Pues vale, pero
puestos a ver, algunos hemos visto a los mejores punkies de nuestra
generación empujando el coche de niños. Y quien dice empujando el coche
del niño, dice firmando la hipoteca en sede bancaria. Dirán, con toda
razón, que es ley de vida, que los años no pasan en vano y que todo el
mundo evoluciona, pero el patetismo del espectáculo no se lo salta un
canguro. Del ‘No Future’ a ver cómo el ex punkie en cuestión frota con
gran ternura la naricita del bebé contra la suya propia. Una especie de
viaje a ninguna parte, demasiado largo quizás para hacerlo en tan poco
tiempo.
Al grito de «No soy reina del punk porque no me representa como
artista», Nina Hagen ha paseado por Barcelona su último espectáculo de
jazz, cosechando grandes calificativos: «caricatura», «una sombra de lo
que fue», «No parecía Nina Hagen, sino La Terremoto de Alcorcón
imitando a Hagen», etc. Según los críticos,destacó tambiénsu gran
potencia de voz, lo que no deja de ser una paradoja en alguien que se
inició en un movimiento tan antiestilístico como el punk.
En todo caso, la Hagen probablemente tenga parte de razón y de reina,
nada de nada. En cuanto a lo de punki, bueno, aún se recuerda la
masturbación que llevó a cabo durante un programa en directo en la
televisión alemana  allá por los años ochenta. Ahora, según cuenta
hoy ‘La Razón, «es cristiana convencida, devota de Jesucristo y
especialmente, de la Virgen María». Pues nada. Que pase.


julio 2006
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