Alberto Moyano
La Policía no es tonta y la noruega, mucho menos. Por eso, después de
fracasar en sus pesquisas durante dos años, parece ser que ha optado
por negociar con uno de los ladrones de ‘El grito’ y la ‘Madonna’ de
Munch para recuperar los cuadros.
Espoleados por la mala conciencia con la que cargan desde que unos
delincuentes comunes demostraron que la pinacoteca Munch de Oslo era
una como estación de metro, todo apunta a que los responsables
políticos han dado luz verde a los mandos policiales para pactar una
reducción de condena y algunos privilegios en el vis a vis con un tal
David Toska, condenado a una veintena de años de cárcel por su
implicación en otro asalto, con agente muerto incluído.
El caso es interesante. De hecho, establece un nuevo baremo en la
valoración de las obras de arte que convierte las subastas de Sotheby’s
en una anticualla. Y así, surgen las dudas: ¿Negociaría la Policía el
rescate de una obra de Picasso? ¿Y si fuera de Oteiza? ¿O incluso si
fuese de Mariscal, pongamos, el ‘Coby’? En estos casos, ¿es importante
si el artista está vivo o muerto? ¿Se hubiese negociado si el
secuestrado en cuestión hubiera sido el propio Munch?
Pero hay más porque, de hecho, el tema no tiene fin. ¿Es lícito que el
estado negocie con delincuentes? ¿Sí? ¿No? ¿En qué casos? ¿Hasta qué
punto? ¿Son los 64 millones de euros en los que está valorado ‘El
grito’ el mínimo que obliga a pactar o habría que hacerlo también en
casos de precios inferiores?