Alberto Moyano

Vale que Arzak y Subijana no tuvieron su mejor día cuando aparecieron a
la salida de la Audiencia Nacional diciendo aquello de «nosotros sólo
nos dedicamos a hacer feliz a la gente» –cosa que podrían sostener
igualmente los procesados en la Operación Nécora–, pero no se entendía
muy bien el viaje que Ignacio Ruiz Quintano le pegaba ayer en una
columna del suplemento Cultural de ‘ABC’ al cocinero del Alto de
Miracruz, al que describía como «uno de los mejores cocineros de San
Sebastián». Y la verdad es que, en su desahogo, no  ha pegado una.
Decía el articulista:
1- «Arzak nos transmite lo unidos que están los cocineros de San Sebastián».
Pero, ¿de verdad están tan unidos?
2-  «Al contrario que cuando él (Arzak) empezó, que no se hablaban».
¿No se hablaban? ¿Quiénes?
3- «Si estarán unidos los cocineros de San Sebastián que, cuando los
gudaris de la insurgencia mataron a Ramón Díaz, fue como si los
hubieran matado a todos, pues todos se callaron como muertos».
Pues tampoco fue así exactamente. Según Juan María Odériz, presidente
del Club Loiolatarra al que pertenecía el fallecido, cuando se produjo
el atentado, los cocineros estuvieron en la sociedad y en el funeral y
se portaron «estupendamente» con la familia de Ramón, a quien
entregaron una cantidad económica tras el asesinato que recaudaron
entre los cocineros españoles de Eurotoques.
Pero sigamos.
4-  «La unión les hace fuertes y la fortaleza, caros, aunque hay
que desmentir el cuento de que en algunos restaurantes con fama de
artísticos acostumbran sumar la fecha al precio de la cuenta».
Au contraire. De hecho, todo el mundo sabe que ésa es una práctica habitual.
5- «El genial Bonifacio Alfonso (…) tiene dicho que en su San
Sebastián gastan buena mano para cantar, pero que en pintura no hay
quién los saque del tío con un remo al hombro».
Pues bueno, pues vale, pues me alegro, pero son cuadros para los
turistas madrileños. Por Dios, aquí nadie cuelga eso en su casa.