Alberto Moyano

Hace un par de meses, el diario ‘El Correo’ publicó un reportaje en el que repasaba el Plan Vasco de la Cultura a los dos años de su presentación en sociedad. Los resultados eran bastante desoladores y a la Consejería de Cultura no le gustaron aquellas páginas.

Ayer, el Consejo Vasco encargado de llevar a cabo dicho plan presentó su balance bianual: Se ha cumplido un 100% la voluntad de “establecer un sistema de información y seguimiento sistemático” del propio plan, mientras que se ha llegado al 46,43% en lo que a “promover el desarrollo de la cultura como eje de cohesión social” se refiere. Se han realizado 52 acciones, otras 49 ya están abordadas y 22 más aún no han terminado de arrancar. Otras, se han desechado. El ejemplo lo dio la propia Miren Azkarate: “se debatió sobre si hacía falta una revista sobre fonografía, y se ha visto que no y que era mejor abandonarla”.

Visto así, todo esto parece el lado oscuro del efecto Mariposa, según el cual, un terremoto en Singapur provocaría que en California, un insecto moviera levemente una de sus alas. Difícil, muy difícil, resulta imaginar actividad humana alguna en la que, tras trazar unplan y ejecutar un 61% del mismo, el resultado objetivo sea nada o igual a nada. Quizás hubiera sido más hábil confesar que, por diversas razones, el Plan aún no ha podido ponerse en marcha, hecho que explicaría por sí sólo el motivo de que todo siga igual que antes del plan.

Claro que todo esto requiere mucho esfuerzo y concentración, así que el Consejo Vasco de la Cultura aprovechó la ocasión para anunciar que a partir de ahora, serán algunos miembros más. Es que si no, no llegan a todo.