Alberto Moyano
Los mejores revisionistas europeos se dan cita esta semana en Teherán para participar en un seminario sobre el Holocausto que arranca, curiosamente, con las conclusiones ya redactadas: el exterminio de los judíos en Europa es un mito destinado a justificar la fundación y pervivencia de Israel. Entre los lumbreras que han acudido a la cita, varias patologías psicopáticas andantes: un antiglobalizador portugués, un antiguo miembro de la Fracción del Ejército Rojo alemán reconvertido en ultraderechista -un siamés ideológico de Pío Moa podríamos decir- y un grupo de víctimas, encarnadas en la figura de varios rabinos de Karta Naturei, un suburbio del judaísmo que considera inconveniente crear un estado antes de la llegada del mesías.
El banquete psicológico no termina ahí. Los participantes, firmes partidarios de la incineración de los judíos, niegan que el régimen nacionalsocialista alemán cometiera tal crimen y lo hacen convocados por el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, que también lo niega, pero que no pierde ocasión de manifestar su intención de hacer desaparecer Israel y, más concretamente, a sus habitantes.
Ahmadineyad, que acusa a Europa de limitar la libertad de expresión en el tema del Holocausto, compagina la celebración estos días del seminario con la represión de los grupos estudiantiles que protestan contra la censura del régimen y las purgas del presidente.
Hace unos días, el suplemento Culturas de La Vanguardia publicaba un artículo en el que se le recomendaba al presidente iraní que dejara de hacer el ridículo negando la historia o que dejara, al menos, de hacerlo en nombre de los palestinos. Lo firmaba Mahmud al Safadí, ex militante del Frente Popular para la LIberación de Palestina, condenado a 27 años de prisión por la Justicia israelí y excarcelado el pasado 6 de septiembre.