Alberto Moyano

Tres jóvenes góticas ataviadas con las que se suponen que son sus
mejores galas charlaron anoche sobre esta estética en ‘La séptima
puerta’ del programa de Teledonosti ‘El camarote de los Marx’.
En un ambiente carnavalero, en el que la presentadora iba de bailarina
del Moulin Rouge, el colaborador-animador, de Obélix, y Álvaro Bermejo
de sí mismo pese a las invitaciones que le lanzaron para que se
disfrazara de vampiro, las chicas góticas ilustraron a la perfección
ese fenómeno conocido como el fin de las ideologías.
Dado el tono habitual del programa, Bermejo se esforzó por dotar de
algún contenido ideológico a tanto gotismo juvenil. Fue inútil.
¿Vampiros? Para nada. ¿Profanación de tumbas? Cuatro desalmados que nos
dan mala fama a los demás. ¿Sociedades secretas? ¿Simpatía por el
diablo? ¿Gusto por lo macabro? Silencio. La única que se explayó sobre
la palidez, las ojeras y el aspecto enfermizo que se le suponen al
romántico del siglo XVIII lucía un aspecto rebosante de salud por los
cuatro costados. Las jóvenes miraban impávidas a los presentadores, con
cara de «hemos venido aquí a hablar de moda».
Y claro que hablaron. Una de ellas explicó cómo había tenido que
encargar en Bilbao un traje de importación japonés a base de
puntillitas. «Es gotic-lolita», aseguró la ninfa bajo varias capas de
maquillaje, pese a que tanto Humbert Humbert como Edgar Allan Poe
hubiesen huido despavoridos de la criatura. Las góticas, que se
autodenominaron a sí mismas como cucarachas, no aportaron gran
contenido ideológico a su opción estética, pero realizaron un
exhaustivo repaso a los bares y boutiques del ramo que existen en
Gipuzkoa. En el aspecto musical, se decantaron por grupos infantiles,
tipo Placebo, y denostaron a Marilyn Manson. Por lila.