Alberto Moyano

La cueva Praileaitz I, en la que se han encontrado objetos y pinturas
de hasta 18.000 años de antigüedad y sobre la que planea la sospecha de
que sirvió para prácticas chamánicas, está en peligro. O, bueno, no.
Depende de quien lo cuente.
El colectivo Praileaitzen Lagunak, formado por un grupo de artistas e
intelectuales, aseguran que la explotación de la cantera de Sasiola, a
base de detonaciones, amenaza la supervivencia de la cueva. La
Diputación, por el contrario, garantiza que cueva y cantera son
compatibles.
Lo cierto es que se había anunciado la destrucción de una cavidad
perteneciente a Praileaitz I, cuando una inspección espeleológica y
arqueológica había demostrado que no hay conexión entre ambas y
descartado la existencia de patrimonio arqueológico en la primera. En
cuanto a las explosiones, Diputación pedirá al Gobierno Vasco que
amplíe de cien a 150 metros la distancia mínima entre las voladuras y
la entrada de la cueva. Y en este punto, los autores del estudio de la
Diputación empiezan a hablar de explosivos y esto parece el sumario del
11-M. «Con las técnicas avanzadas que hay hoy en día se podrían hacer
explosiones amortiguadas con detonadores eléctricos hasta 75-100 metros
de distancia de la cueva. Y a una distancia de entre 50 y 75 metros se
podría usar una minería blanda». Y si ellos lo dicen…
Lo que también es cierto que basta echar un vistazo a la fotografía
aérea de la zona para que al menos una cosa quede clara y es que la
empresa encargada de extraer la piedra caliza de la cantera,
Construcciones Amenábar, va a tener que apurar mucho y con mucho
cuidado las distancias porque el hecho es que la cantera sólo tiene un
desarrollo posible y es, precisamente, en dirección a la cueva. La
pregunta es ¿durante cuánto tiempo será posible mantener la
explotación? Dicho de otra forma: a ver si va a resultar que esto sólo
acaba de empezar.