Alberto Moyano
Cuando hace unos años se le preguntó al concejal de Cultura por qué se
cerraba el Teatro Victoria Eugenia con tanta antelación sobre el inicio
de las obras, la respuesta fue un sarcasmo. Luego, vino la Señora
Realidad y la rehabilitación comenzó un año más tarde.
Ahora, la persistente Señora ha vuelto a visitar el Teatro y si el
pasado día 3 el alcalde aseguraba que las obras del entorno del
edificio estarán rematadas para su inauguración, ayer reconocía que no
será así. Y también parece que estarán presentes los despreciables «frú
frú y farfolla», mentados por la autoridad competente a la hora de
explicar la ausencia de una gala inaugural. Ahora, parece que sí la
habrá, a pesar de la aparente dificultad que conlleva repartir
invitaciones para cualquiera de los espectáculos cuyas entradas ya se
han agotado. Digamos que se lo han pensado dos veces.
Y digamos también que deberían volver a hacerlo, sobre todo, en lo que
respecta a los lamentos del alcalde respecto a la presencia obligada de
la consejera de Cultura del Gobierno Vasco y del diputado general de
Gipuzkoa en la inauguración. Y no debería lamentarse porque será –al
igual que en la obra de teatro ‘Paradero desconocido’–, la venganza
perfecta. ¿O es que cabe imaginar peor trago para las dos citadas
autoridades políticas que ‘invitarlas’ a asistir a la inauguración de
un edificio emblemático en cuya recuperación han invertido cero euros?
Que asistan, que asistan, que hagan declaraciones valorativas a la
entrada y que les sienten, a poder ser, en primera fila. Y que
disfruten del espectáculo. Los demás, sin duda, lo haremos.