Alberto Moyano
Se juntaban hoy en Donostia unos cuantos artistas, su periferia y algún
abogado para denunciar, en nombre de Visual Entidad de Gestión de
Autores Plásticos, la desidia con la que, en el mejor de los casos, las
instituciones tratan las obras de arte públicas que adornan calles y
plazas.
La historia es vieja, pero los artistas prefieren a la hora de firmar
los contratos, los artistas prefieren la indefinición en estos
aspectos, para centrar sus esfuerzos en la negociación de las
condiciones económicas. Así, los coches aparcados, las txoznas de las
ferias y las pintadas más o menos espontáneas adornan y acompañan aquí
y allá buen número de esculturas callejeras, sin que los responsables
institucionales que las abrazaron en el posado del día de la
inauguración se den por aludidos. Y del pueblo, mejor no hablar porque
puesto en la encrucijada de escoger entre una obra de Henry Moore y una
plaza de aparcamiento, la iconoclastia es la opción correcta.
Hablaron también los artistas de las obras que graciosamente se donan a
determinada localidad, opción peor aún, porque para la autoridad
competente cualquier evento con connotaciones culturales termina siendo
un engorro y si la obra sale gratis, no lo sale tanto la creación del
entorno urbano adecuado, con sus elevados presupuestos y sus polémicas
ciudadanas. De hecho, los gobernantes podrían ocuparse del
mantenimiento y buena conservación de las obras instaladas en espacios
públicos, pero en realidad prefieren echar un vistazo y confirmarnos
que la escultura en cuestión se mantiene en diálogo con su entorno.
Más llamativa fue la denuncia dirigida contra Guggenheim y Artium, a
quienes acusaron de presionar a los artistas para que renuncien a sus
derechos de autor, ahorrándose así las remuneraciones equitativas que
les corresponden de acuerdo con la Ley de Propiedad Intelectual.
Contentos, dirán quienes gestionan los museos, que les dejamos exponer
en nuestros contenedores de diseño. Por otra parte, surge la duda:
¿quiere esto decir que se puede usar a discreción la marca –por poner
un ejemplo– Guggenheim-Bilbao?