Alberto Moyano

Después de varios años de ¿pulso? ¿debate? ¿polémica? sobre qué hacer con las basuras que genera el territorio de Gipuzkoa y tras un amplísimo intercambio de datos sanitarios y medioambientales se llega a la conclusión de que la instalación de una o dos plantas incineradoras es la solución para tal problema. Los técnicos forales, que han viajado por aquí y por allí en pos de los últimos avances técnicos aplicados a la cuestión, así lo atestiguan y dan por zanjada la cuestión.

Sin embargo, hete aquí que los mismos partidos que han presentado esta alternativa como la más barata, saludable y eficaz pasan de la noche a la mañana a relativizar la cuestión y, a cambio del apoyo -activo o pasivo- de Ezker Batua-Aralar para hacerse con el gobierno de la Diputación Foral de Gipuzkoa, ofrecen borrar de sus planes lo que hasta ayer era una infraestructura, no ya urgente, sino ineludible.

Si ya Miguel Buen (PSE-EE) proponía el pasado viernes a EB-Aralar olvidarnos del tema a cambio del voto de esta formación, hoy es el diputado general, Markel Olano, quien señala en el DV que en el tema de la incineradora se hará lo que digan las mancomunidades. Sobre qué solución se dará o propondrá al problema en cuestión, no dice ni pío, pero es lógico porque en esta materia, la Diputación sólo está para “coadyuvar” a las mancomunidades, no para decidir.

Todo esto, ¿no es fantástico?