Alberto Moyano
Pese a su pasión por el gremio, seguro que el atracador conocido como
‘El Solitario’ nunca soñó con ocupar en la portada de ‘La Gaceta de los
Negocios’ esa foto que normalmente está reservada a los más grandes
próceres del país.
Un personaje curioso el tal ‘Solitario’. Se ignora si bailó ‘El lago de
los cisnes’ en el Lago de los cisnes, pero todo lo demás sí que lo hizo
y encima sin ayuda. Autodidacta de pro, la Policía ha encontrado en su
casa manuales sobre cómo cuidar el geranio sin descuidar el canario,
cómo fabricar explosivos y cómo tocar la guitarra igual que Eric
Clapton, amén de un relato detallado de sus correrías bancarias.
«¡Hola a todos, soy El Solitario! Salud, españoles», exclamó a la
salidad de los juzgados este hombre hecho a sí mismo y que también se
hacía a sí mismo las pistolas averiadas que compraba por internet. Y
–quién sabe si inspirado por la jeta pétrea de algunos banqueros–, se
hacía moldes de su rostro en escayola para luego sacar la careta de
goma con la que ocultaba sus rasgos.
Sus cruentos enfrentamientos con las fuerzas armadas unidos a su
afición por las armas de fuego le vetan la entrada en el imaginario
colectivo como un segundo Dioni –con el que comparte su pasión por
Brasil–, pero lo tiene todo para protagonizar una miniserie de ésas que
protagonizan policías duros, tenaces y con un gran secreto en su
pasado. La única pega es que nunca debió dejarse atrapar con vida.