(Viene del anterior)
Alberto Moyano
4) Enormes cuadros sobre lona verde se exponen en la sala central de la
planta baja de Tabacalera. La visión resulta disfrutable a condición de
que uno logre olvidar que está contemplando cuadros. Yo no lo he
conseguido.
5) Se ha convertido en un lugar común el elogio encendido a la fuerza
que desprenden los cuadros. Cabría destacar también el enorme esfuerzo
del artista por transmitir ternura, por mucho que en ocasiones el
resultado roce el almíbar.
6) Como buen norteamericano, el gran Julian no puede evitar la mirada
pintoresca. Así, el retrato de José Ramón Antero muestra al antiguo
barero del Etxeberria ataviado como si fuera Lope de Vega, en lo que el
pintor interpreta como una lectura de las esencias españolas. Su mujer,
Olatz –que por lo visto ya no es de apellido Garmendia, sino Schnabel–,
también es capturada en un momento bucólico pastoril. Se ignora si ha
Schnabel practica el autorretrato ni si se dibuja a sí mismo disfrazado
de pionero del ‘Mayflower’.
7) La exposición incluye un acertijo: el artista pinta lo que parece
ser una declaración de amor hacia su mujer sobre una lona en la que
aparece escrito «Water repellent». ¿El Ying y el Yang? ¿Amor y odio?
¿Un despiste o es que cualquier pareja tiene una mala tarde?
8) Además de algunas obras de mérito –varias de ellas incluso la mar de
sugerentes–, la muestra ofrece la insólita posibilidad de contemplar
bajo luz natural una colección de pintura contemporánea, en el caso de
que Schnabel aún lo sea. Los cuadros rivalizan en tosquedad con
el edificio y viceversa, en un combate en el que las esculturas
expuestas se quedan en meras víctimas colaterales.
9) «Me gusta/no me gusta» son categorías secundarias en este caso. La
sensación del conjunto es superior a la suma de cada uno de los
cuadros. Debemos visitar ‘Summer’ en la misma medida en la que hay que
obligar a los niños a comer verdura.