Alberto Moyano
A falta de conocer quién se llevará el Premio Max Factor al rostro más
bello del cine español, parece que las cartas del Zinemaldia están
sobre la mesa. El anuncio de que los dos Premios Donostia recaerán este
año en Richard Gere, en el papel de actor, y Liv Ullmann, en el papel
que el pasado año interpretó Max Von Sydow, puso el viernes punto y
final al período de incertidumbres.
Ya hay quien ha mostrado su inquietud por la ausencia de nombre
consagrados –a excepción de Cronenberg. Wayne Wang y algún otro–, en
una Sección Oficial dominada por directores de corta trayectoria, pero
no hace falta hacer de la necesidad virtud para neutralizar este
argumento. De hecho, las mejores películas que han concursado por el
Festival en los últimos años (‘The Station Agent’, ‘Las tortugas
también vuelan’, ‘El aura’…) venían firmadas por directores más o
menos novatos y, en todo caso, resultaron muy superiores a las
presentadas por otros cineastas de renombre (Woody Allen con ‘Melinda y
Melinda’ o John Sayles con ‘Silver City’, por citar un par)
Otra cosa es que la inestabilidad emocional del jurado, que nunca
termina de tomarse su pastilla, dé al traste con el invento para acabar
confeccionando un palmarés que, puesto en cartelera, desaparece de ella
con la misma velocidad que lo hace de la memoria. En este sentido y
sabiendo que esa una decisión colectiva, cabe confiar en el buen gusto
o y capacidad de persuasión de Paul Auster.