Alberto Moyano

Simone de Beauvoir pregonó en público la emancipación femenina y
cultivó en privado la sumisión más absoluta. Hoy se cumple el
centenario de su nacimiento. Vaya por delante que la compañera de
Sartre sabía relatar una buena historia pero como tantos otros sucumbió
al intelectualismo entendido a la manera francesa. Una enfermedad letal
ya que cuando los escritores galos se ponen a fundar corrientes de
pensamiento o se vuelven espesos o se disuelven.
En Francia llevan semanas dándole vueltas al asunto. Se han rememorado
las relaciones de dominación entre la autora de ‘El segundo sexo’ y el
filósofo existencialista, así como la actitud contemplativa de ambos
durante la ocupación nazi. Sin embargo, las críticas más vehementes se
han generado en torno a la fotografía que el semanario ‘Le Nouvel
Observateur’ ha escogido para ilustrar su reportaje. En ella, la Simone
aparece de espaldas y desnuda.
La tomó el fotógrafo Art Shay en casa de Nelson Algren, escritor de la
llamada escuela dura de Chicago, autor de ‘El hombre del brazo de oro’
–Frank Sinatra protagonizó la adaptación cinematográfica que relizó
Otto Preminger– y amante de Beauvoir durante años.
De la mano de Algren, Simone visitó varias veces Chicago y –por decirlo
piadosamente– quedó desagradablemente fascinada o enamoradamente
repugnada. Acostumbrada al ambiente tontuelo del Boulevard
Saint-Germain, en el que se discutía durante horas en torno al ser y la
nada y todo eso, la dama flipaba durante sus excursiones a los bajos
fondos. Allí recorrió hoteluchos, burdeles, bares, picaderos y
comedores sociales, y conoció a fulanas, meretrices, mendigos, yonquis,
trileros, jugadores y carteristas.
Su conclusión fue un enorme asombro por la soledad y la indigencia
intelectual en la que se veían obligados a vivir los escritores
estadounidenses. Por cierto, pocos años después el propio fotógrafo
acompañó durante meses a Nelson Algren en su pulular por Division
Street y alrededores. El resultado fue un libro de fotografías –’El
Chicago de Nelson Algren’– que, como se suele decir en estos casos,
encuentra flores en la basura.