Alberto Moyano

“¡Qué gozada! Nunca había despedido a tantos en tan poco tiempo. Primero, Salva; luego, Chris. Supermajos. Tengo que confesarles que soy adicto a la badiolina. Nada delictivo. Es mi cuerpo el que la genera, aunque cada vez necesito estímulos más fuertes para segregarla.
Salva es una gente estupenda. Le dije: ‘Salva, éste es un proyecto en el que no sobra nadie. Aquí estamos todos para sumar. Necesitamos a toda la gran familia blanquiazul. Por cierto, estás despedido’. Supermajo. Lo entendió a la primera. Lo que pasa es que le falta mundo. Es demasiado burgués. Quería cobrar la indemnización. Le dije: ‘Salva, eso de cobrar por despido será en Donostia, pero aquí estamos en Beijing y ya sabes que las relaciones laborales no son el fuerte de China’. Lo entendió todo. Le acompañé hasta la puerta y le dije: ‘Salva, no cambies nunca’.
Con Chris fue más fácil. Se ha ido él sólo. Supermajo. Comprendió que mi lema es como aquella canción de los Rolling: ‘Honey, I got no money’. Me ha dolido que se fuera porque era el que mejor pronunciaba due diligence y long list, después de Tito y de mí, claro.
Algunos ya me comparan con Piterman. Un respeto, por favor. Piterman necesitó un par de años al frente del Alavés para lograr lo que yo me he propuesto hacer en apenas un par de meses. Se me derrite la badiolina sólo de pensarlo. No sé. Necesito algún estímulo. Lo mismo despido a Paco la semana que viene. Tengo que pensar en el bien del club por encima de todo.
Ahora tengo que dejarles. Debo comprar un par de tamborradas, que el domingo está a la vuelta de la esquina. La de Gaztelubide estaría bien, pero me da pena despedir a Juan Mari Abad y a Marquitos. Quizás la Unión Artesana. No sé. Ya veré. Lo tengo todo atado. ¡Jo, qué gozada de gente!”.