Alberto Moyano
“Estaba aquí, relajándome en plan chill out porque tengo todos los niveles de badiolina disparados, cuando me he dicho: esto merece una entrada en el diario. Y aquí estoy.
Pako se ha ido. Supermajo. Le he besado la calva como despedida y ¡qué gozada! Me han tenido que separar tirando de Pako entre todos porque no podía dejar de lamerle. Por una tontería. Dice que le di permiso para fichar a Oliva. Claro que se lo di, pero el martes. El miércoles ya no me apetecía. Ya están los fácticos con que soy un mentiroso compulsivo, pero de eso nada. Lo que pasa es que la gente se lo traga todo. Credulidad compulsiva se le llama a eso. Lo que yo hago es hacer cambios en velocidad. Le dije: ‘Pako, ¿quién pone el dinero? ¿no lo pongo yo, o qué?’ Y él dale que te pego con que ‘si he dado mi palabra’, que si ‘Oliva está en el paro’.
Yo creo que tengo un problema de comunicación. Por ejemplo: digo que he contactado con diecisiete entrenadores y la gente entiende que es para seleccionar uno. Y no. He contactado con diecisiete entrenadores para ficharlos a todos. No a la vez, claro, sino sucesivamente. Calculo que si un par me aguantan más de una semana llegamos a final de temporada con entrenador. Y si no, pues ya veremos.
Mi proyecto es como un cayuco:avanzamos sin un duro hacia un futuro mejor. Algunos los he tirado por la borda y de otros guardo los cadáveres -por si tengo que comérmelos, más que nada-. Nada, -repito nada-, que no se haga en otros cayucos modernos.
Para mañana no tengo nada previsto. No sé. Igual despido al chico este, sí, hombre, ¿cómo se llama? El que entrenó el domingo a la Real, Sí, eso, Eizmendi. Lo mismo le despido, ficho a Oliva y que se joda Pako. En fin. Voy a meditar. Me gusta hacerlo con música. Chambao y todo eso. ‘Déjate llevaaaaal poool las sensaciooooneeeeeee’ ¡Jo, que gozada!”.