Alberto Moyano
El conflicto identitario desgarra a la sociedad vasca hasta sus entrañas. La prueba, hoy, en la página 70 de DV, sección Relax de los anuncios por palabras: “Maitane. 19 años. Abertzale. Cuerpazo de la tierra. Te hago el beso de Oñati y la postura del arrantzale. En el orgasmo te suelto el irrintzi. Salidas o recibo en caserío. Acepto Visa.
Vaya por delante que desde el punto de vista económico, esa reducción del abanico potencial de clientes constituye una estrategia ruinosa porque todos sabemos que ningún vasco que se precie recurriría a un desfogue tan español como irse de putas, con perdón. De hecho, la tal Maitane se ha visto obligada a renunciar al “abstenerse constitucionalistas” que incluía el anuncio en su edición de ayer.
Así las cosas, habría que recurrir al espíritu de Anoeta para reclamar dos mesas -en este caso, dos camas- separadas: una para discutir los temas políticos y otra para tratar el asunto central de la cuestión.
En una Europa que camina hacia su unidad y en la que los debates soberanistas resultan cada vez más obsoletos, no podemos seguir atrincerados en posiciones que pertenecen claramente al pasado.
Es más: tras los pertinentes llamamientos a la firmeza democrática, conviene abrir diligencias informativas por posible pertenencia al entorno que todos sabemos ya que, a falta de que un perito judicial determine en qué consisten “el beso de Oñati y la postura del arrantzale”, resulta obvio que un “orgasmo con irrintzi” en la soledad del caserío encaja perfectamente, sino en los supuestos terroristas, sí en los de terrorífico.