Alberto Moyano
Las ideologías no han muerto, tan sólo sufren una tremenda gastroenteritis. Cuatro años de encendida polémica sobre temas de calado -la guerra de Irak, el fin de la familia, la venta de Navarra y la ruptura de España- se esfuman como por encanto para dejar paso al único asunto serio: ¿la economía? Para nada: el dinero.
Tanto el PSOE como el PP se han inspirado en aparatos de gimnasio a la hora de diseñar sus respectivas campañas. Zapatero, en la cama elástica; Rajoy, en la la cinta de correr. El presidente salta y salta, cada vez más alto, sobre la redistribución de nuestros impuestos. Ahora promete devolver 400 euros al año. Bien pensado, poco más de un euro al día. Traducido al pensamiento Zapatero: dos cafés y medio.
Peor lo tiene Rajoy. Su cinta de correr lleva incluidas las gomas de resistencia que se encargan de que, por mucho que mueva las piernas, nunca llegue al centro. Su mayor mérito consiste en hacer creíble que se encuentra en empate técnico, a pesar de que durante los últimos cuatro años ha perdido concienzudamente todas y cada una de las encuestas de voto que se han publicado, al margen de quien la encargara y por no hablar de las relativas a la valoración de líderes políticos.
Abandonadas por inútiles las grandes cuestiones de Estado, la estrategia de Rajoy pasa por mimetizarse con Obama. Es cierto que le resultará complicado postularse como el primer candidato negro a la presidencia del Gobierno, pero siempre le quedarán alternativas: primer candidato con barbas que gana unas elecciones generales, por ejemplo, circunstancia que, por otra parte, será difícil vestir de conquista social o de signo inequívoco de modernidad.