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Alberto Moyano

El jukebox

Ellas se van de gobernadores

Alberto Moyano

En España cualquier concejalillo se puede gastar 45.000 en saunas de octava categoría, pero en Estados Unidos la condición que define a una prostituta de lujo es contar con un gobernador, un congresista o al menos un fiscal entre sus clientes.

El de Eliot Spitzer, ex adalid de la lucha contra los proxenetas, es el último nombre en engrosar la lista de padres de la patria cogidos en situaciones complicadas de explicar. La corrección política obliga a declarar que la vida privada de un cargo público no debe afectar al juicio que merezca su ejercicio, pero eso no es del todo válido en Estados Unidos. De hecho, si exhibir en campaña la felicidad conyugal como un valor más resulta pertinente saber si el candidato en cuestión acostumbra o no a irse de putas.

Una vez pulverizada su carrera política, el bueno de Eliot echó mano del manual del buen hipócrita y ofreció a los medios una dimisión standard en compañía de su afligida esposa. En este género, se ha podido asistir a casos aún más dolorosos, como el papelón interpretado por la mujer del gobernador de Nueva Jersey en 2004 tras ser sorprendido éste con “un hombre entre las piernas”. Así las cosas, hubo quien consideró superfluo que confesara su condición homosexual pero, no obstante, lo hizo.

Lo más inquietante son algunas de la explicaciones que afloran a la sombra de los pseudoescándalos. Según señalaba ‘El País’ el pasado domingo, la doctora Laura Schlessinger desfila por las teles estadounidenses para recordarnos a todos que “las mujeres son responsables de las infidelidades de sus maridos por no tratarles con el amor y el cariño que se merecen”. Pues debe ser eso.


marzo 2008
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