Alberto Moyano

Lo que tenía que haberse celebrado este fin de semana en Valencia era el congreso del PP, pero finalmente todo ha quedado -quizás como signo de los nuevos tiempos- en una demostración de herri kirolak en su modalidad de arrastre de bueyes.

El desafío se centraba en ver si Rajoy, ayudado por las nobles bestias, conseguía acarrear la piedra popular hacia el centro de la plaza, siquiera, unos centímetros. Los animales han marcado el paso a golpe de pata y pezuña. Huelga decir que la roca no se ha movido un ápice.

La piedra, ha quedado dicho, no se ha movido. Sin embargo, parece mucho más centrada que a principios de semana. El milagro radica en que el Gobierno camina hacia la derecha, circunstancia que provoca un desplazamiento del llamado centro, en la misma dirección y sentido. El PSOE, convertido en pantalla de fondo del congreso popular, logra unos efectos especiales muy completos en los que consigue convencernos de que el buque popular, aún amarrado en puerto, avanza a velocidad de crucero en su travesía hacia el centrismo.

Tarde, pero seguro, ha llegado a la plaza el ex presidente Aznar, luciendo una melena que ya quisieran para sí buena parte, no ya de los asistentes, sino también de los músicos, que han desfilado por el Kobetasonik. En cuanto a vestuario, su conjunto resumía lo mejor del estilismo de Oropesa. Y sin embargo, lo primero que ha declarado es que no hay nada de lo que avergonzarse. Que así sea.