Alberto Moyano

El periódico ‘La Vanguardia’ da cuenta hoy de la desaparición de un ciudadano suizo que, apadrinado por Paul Bocuse, recorría los 68 restaurantes distinguidos con tres estrellas Michelin.

La desaparición se produjo en el establecimiento de Ferrán Adriá El Bulli y sus últimas palabras fueron: “Salgo un momento a por una tarjeta de visita”. Desde entonces, no se sabe de nadie que le haya visto. La siguiente estación de su periplo era el País Vasco. Para enredar aún másl el asunto, la Policía no ha recibido denuncia alguna al respecto. Con estos datos, éstas son las hipótesis:

1) La más obvia: el suizo se hizo el sueco y, tras dar buena cuenta de los treinta y siete platos reunidos bajo la denominación de menú degustación y antes siquiera de atisbar la cuenta, se dio puerta el añejo “voy a comprar tabaco” por el revolucionario “cojo la tarjeta de visita y vuelvo”.

2) El ciudadano suizo se dirigió a los servicios del establecimiento, en donde estalló -desintegrándose su cuerpo-, a consecuencia de los treinta y siete platos engullidos a lo largo de la velada, en lo que, según definición de su autor, es más que nada una experiencia estética.

3) El desaparecido se ha ido por el váter en lo que constituye una innovadora variante de la conocida apertura suiza. En este caso, el episodio intestinal no se habría producido en los términos habituales, típicos por ejemplo de una salmonella, sino en forma de espuma de agua marina, dado el caché del afamado establecimiento.

4) El ciudadano suizo se equivocó de puerta y, en lugar de a los servicios, entró a la cocina, en donde de inmediato fue emulsionado en aceite de almendras y pétalos de rosa, convertido en un sutil aroma y servido minutos después, en plato cuadrado, a una pareja de jubilados franceses.

5) Se trata de una leyenda urbana, similar a la de la joven de la curva. El comensal que no existía desaparece en un restaurante en el que nunca estuvo tras degustar el menú que jamás pidió. De confirmarse la hipótesis, detrás del bulo se escondería uno de los numerosos cocineros que adora a Adriá, pero no se atreve a confesárselo.