Alberto Moyano

En Semana Grande, hasta la lluvia es ídem. El pronóstico anuncia mal tiempo durante toda la jornada. Si dispone del día libre, tiene dos opciones: a) calarse hasta los huesos recorriendo la ciudad entre terrazas impracticables, actividades suspendidas, bares abarrotados, atracciones de feria en la estacada y colas para todo. b) conocer la ciudad a través de sus mejores marquesinas de autobús. En el caso de que la opción elegida sea la b, ésta es la guía imprescindible:

1) Melodi: situada en la línea 24, demuestra hasta qué punto la nomenclatura urbana puede reflejar el carácter de una ciudad. Su sola evocación sitúa al usuario al borde del coma diabético por sobredosis de chicle de fresa.

2) Alto de Miracruz: Línea 13. Situada frente al restaurante Arzak. ofrece múltiples prestaciones. Dispare su prestigio entre el resto de los viajeros y el gremio de chóferes, saludando efusivamente a los clientes que en ese momento pululen por el exterior del establecimiento. Y salude igualmente si coincide con el propio cocinero, ya que -aunque no se hayan visto en la vida- le devolverá el saludo espoleado por una forma extrema de entender el jatorrismo como ‘way of life’ llevado hasta sus últimas consencuencias. Si remata con un “¡nos vemos luego!”, hasta las ancianas se levantarán para cederle el asiento.

3) Avenida, 18. Línea 40. The Autor’s Choice es pasarse a eso de las tres de la tarde para acoger con alborozo a la nutrida representación de empleados de banca que le pondrá al día sobre la situación del mercado inmobiliario en la ciudad y la previsible evolución del euríbor

4) Residencia Txara I. Línea 33. Cinco minutos de reflexión sobre el sentido de la vida.

5) Parque Arria. Línea 13 Altza. El vehículo transporta ida y vuelta al principal activo económico del barrio, esto es, la mano de obra de las numerosas boutiques del centro de la ciudad. A través de sus conversaciones comprobará que las dependientas sospechan que les explotan. Niegan, sin embargo, que la baja por embarazo sea una forma de venganza.

6) Hospital Donostia II, situada en la línea 28 Amara-Hospitales. Asómbrese in situ ante la donosura con que la ciudad acoge el diálogo que se establece entre las villas de lujo y el gran centro hospitalario. El edificio de las Juntas Generales es el gran tapado del recorrido. Su situación junto a la Policlínica certifica que la vida y la muerte -o incluso la vidorra y la muerte- están, efectivamente, una al lado de la otra.

7) Berio, 78 y Aspace. Línea 33: si se deja llevar por una impresión precipitada del trayecto, el turista concluirá que este barrio es una especie de ‘Pequeña Bogotá’. Error. El pasaje latino que frecuenta la línea está de visita. Su presencia en el barrio obedece exclusivamente a la necesidad de ayuda hogareña que reclama esa Donostia que prospera, incapaz de compatibilizar las clases de tenis con la limpieza de la casa.

8) Igeldo, línea 16: con salida en el Boulevard y destino en el camping, representa desde hace décadas al sector turístico denominado “mochilero”, caracterizado por su incesante pulular y -en opinión de los comerciantes- escaso gasto. El desdén con el que es acogido por parte de la ciudad no ha mermado en absoluto su fidelidad, año tras año.

9) Avenida de Tolosa, 138, línea 25 Benta Berri-Añorga. No basta con pasar por ella, sino que exige completar en la marquesina un ciclo de espera entre autobús y autobús para disfrutarla en todo su esplendor. y es que la proximidad de la llamada regata de Ibaeta coloca al usuario bajo los efectos de una paletilla de olores que abrirá las puertas de la percepción olfativa del individuo, estimulando la reflexión en torno a la dieta alimenticia de los donostiarras.

10) Boulevard: Alfa y Omega del sistema windows que rige el funcionamiento de la línea de autobuses donostiarras. Lugar de paso obligado para cualquier usuario que se precie, perjudicado estos días por los cambios provocados por la Semana Grande. Si se descuida puede acabar con un ejemplar de la prensa gratuita entre las manos.