Un asunto de enjundia acaparó anoche buena parte de la tertulia del ‘Keridos Monstruos’ de TeleDonosti. iluminación navideña, sí; iluminación navideña, no.

El asunto arranca de la negativa de los comerciantes del centro de San Sebastián a aportar los habituales 60.000 euros para bombillas que estimulen el consumo. El Ayuntamiento ha respondido con una reducción de este espectáculo visual y la medida ha desatado la controversia.

La polémica tiene un par de trampas. Por un lado, un debate con auténtica vocación innovadora debería pivotar en torno a la posiblidad de reducir, no la iluminación, sino la Navidad. Sustituir a la cerda de Santo Tomás por un cochinillo, instaurar una moratoria para el Olentzero hasta que la ecoconmía se recupere y reducir la cabalgata de los Reyes a un paseo de Baltasar -por aquello de estar a la altura de los tiempos que corren- son algunas de las eventuales medidas, no sólo efectivas, sino también ejemplarizantes, a tomar.
 
La otra encerrona consiste en que los partidarios de la iluminación navideña se muestran dispuestos a ceder a cambio de que cada ciudadano se comprometa a vivir esos días con auténtica alegría interior, entre otras exigencias inasumibles en la misma línea.

Los tertulianos recordaron que ante la crisis, ha habido ciudades que han redoblado su inversión en arcos luminosos, entre ellas Barcelona, faro y guía de nuestro alcalde, inmerso el pobre en días de tal ansiedad financiera que ni siquiera desentonaría junto a los habituales toxicómanos de ‘Callejeros’.

Entre los momentos para el recuerdo que dejó el programa, la designación de la nueva OTA como ñoñostiarra -o algo así- de la Semana por parte de un tertuliano o la de Mikel Erentxun como kerido monstruo y ñoñostiarra, indistintamente, ya que según dijo la ponente,  “ha dado cierta proyección a nuestra ciudad” al participar en el maratón neoyorquino. Amén.