Un estudio de la Universidad de Harvard ha llegado a la conclusión de que buscar dos veces en Google equivale en emisiones de dióxido de carbono a calentar una tetera hasta que el agua hierva.
Tras consultar en la wikipedia conceptos como “dióxido de carbono”, “tetera” y “universidad de Harvard”, la conclusión es clara: los malditos tuaregs se están cargando el planeta, dicho sea sin restar un ápice de importancia a la toxicidad del gremio de vendedores de alfombras magrebíes, cuyas transacciones comerciales suelen ir acompañadas de colosales ingestas de té por aquello de crear un ambiente propicio para el regateo.
A la espera de que la citada universidad borre del ciberspacio cualquier rastro de su propia web, procede ir tomando nota de los siete gramos de dióxido de carbono emitidos en cualquier búsqueda de Google y de los 0,02 gramos que cualquier ordenador conectado a internet suelta por segundo.
En efecto: hay que tener espíritu de pequeño narcotraficante para ponderar tan insignificantes magnitudes, pero otro gran estudio sale en nuestra ayuda al asegurarnos que el sector de las tecnologías genera ya más cantidad de gases efectos invernadero que el conjunto de las aerolíneas del planeta.
Desde este punto de vista y descartada la opción de renunciar a la red por muy verde que uno sea, hay que reconocer que Magdalena Álvarez, AENA, el sindicato de pilotos y, en definitiva, el aeropuerto de Barajas con la T4 al frente realizan a diario una labor, no por callada menos impagable, en favor de la conservación del planeta.