La portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, se ha presentado voluntaria en un espectáculo de magia para el número del lanzamiento de cuchillos a cargo del Gran Ramírez. El resultado de tal osadía ha sido un parte médico que habla de heridas inciso-contusas en órganos vitales, como la autoconfianza y la vanidad.
La conocida catódicamente como ‘niña de Rajoy’ aceptó posar en plan seductor para un fotógrafo de ‘El Mundo’ con el objetivo de ilustrar una entrevista personal en el suplemento domincal del rotativo. Hay antecedentes: el más doloroso para el PP, aquella foto de Javier Arenas en ‘El País’, haciéndose limpiar el calzado por un limpiabotas, mientras leía distraídamente el periódico.
Hay que reconocer que desde un punto de vista estético, el resultado de la sesión fotográfica mantiene una relación tan conflictiva con la seducción como los carteles electorales de Rajoy con el carisma. Afirma Soraya que “ser mujer y joven es una combinación explosiva”. Puede ser, pero en su caso y para alivio del Foro de las Familias, tan desactivada como si hubiera pasado la noche con el robot de los Tedax.
En cuanto al aspecto ideológico, si lo que pretendía Sáenz de Santamaría era limar asperezas con la derecha caníbal, el tiro le ha salido por la culata. El Gran Ramírez, ideólogo de la ‘nouvelle cuisine’ conspiradora, come a diario carne fresca. Llegado el caso, le resulta indiferente que ésta sea la de sus rivales o la de sus aliados.
Por su parte, Mariano, cuya condición de registrador de la propiedad plano y sin aristas no le impidió “romperle los esquemas” a la pequeña Soraya, acudió al rescate de su pupila, llegando a admitir el error que supuso criticar a las ministras que posaron para ‘Vogue’. Un ejercicio estéril: si la vicepresidenta aún es tildada de Fernández de la Vogue, el mote de ZARAya no hay quien se lo quite a la joven portavoz popular.
El discurso homologado sostiene que ahora el suspense estriba en comprobar si la serie ‘A solas con…’ se transformará también en ‘en bolas con…’ cuando el entrevistado sea un varón, pero en realidad, la cuestión es casi irrelevante. Lo verdaderamente interesante será comprobar cuáles de nuestros preclaros próceres se ha sometido, y hasta qué punto, a los juegos de dominación de Pedro Jota.