La auténtica medida de la profundidad de la crisis económica no la dan los índices de crecimiento o desempleo, sino las melonadas que sueltan por sus bocas los responsables de combatirla.

Apenas cuatro días después de que el vicepresidente económico, Pedro Solbes, admitiera que las medidas de reactivación económica se habían agotado, aparece en escena el ministro de Industria, Miguel Sebastián, para desmentirle por la vía de los hechos.

Sebastián, un nombre que ya empieza a aparecer inevitablemente ligado al adjetivo ‘loco’, propone una iniciativa pedestre donde las haya y que explica por sí sola sus desencuentros con la cartera de Innovación: que los españoles gasten 150 euros anuales en productos españoles como forma de preservar 120.000 empleos, cifra interesante, pero que palidece ante los cuatro millones de parados previstos este año.

Para comprender en todas su magnitud el despropósito de Sebastián conviene recordar que va dirigido a un pueblo, el español, cuyos individuos son conocidos en los mejores centros de consumo mundiales -de la Quinta Avenidad neoyorquina al Harrod’s londinense- como los ‘give-me-two’.

Cualquier modificación en un comportamiento tan arraigado como éste toparía con el insalvable obstáculo de tener que profundizar en la lengua inglesa hasta llegar al nivel de ‘give one’ o incluso ‘give only one’, seguido de un ‘and let the other one for another day’. Una utopía.

En beneficio de Sebastián concurren un par de cinrcunstancias:  pertenece al Partido Socialista y forma parte del Gobierno central. Si la propuesta partiera de un ministro del PP las acusaciones de querer volver a la “autarquía franquista” estarían servidas, por no hablar de las de “aldeanismo incurable” si la hubiera lanzado un consejero autonómico.