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Alberto Moyano

El jukebox

Es la hora del liderazgo compartido

El machismo es una ideología transversal: la ejercen tanto hombres como mujeres, aunque la padecen más -que no en exclusiva- las segundas. Como sucede en todas las relaciones de dominación, el dominante cuenta con una quinta columna con vocación destajista entre los dominados.


Vaya por delante que para cualquier hombre sin atributos pocos anhelos alcanzan la intensidad de ése que se traduce en el ascenso laboral de la mujer y su llegada a los puestos de mayor decisión. Entre otras y múltiples razones, porque supondrá la erradicación de relaciones tan ponzoñosas desde el punto de vista laboral como las que se establecen entre esos jefes “¿machista, yo? pero si adoro a ese ser supremo de la creación que es la mujer” y esas empleadas tóxicas del “¿has cambiado de colonia? Por cierto, me encanta tu cutis”.


Por lo demás, la celebración del Día de la Mujer Trabajadora se ha saldado en esta ocasión con la celebración de un puñado de manifestaciones estéticamente gemelas de las que proclamaban hace unas semanas la santidad de Hamas, incluida esa tropa de tamborreros con tirabuzón que despierta una invencible nostalgia por aquellos tiempos en los que lo peor que podía pasar era una carga policial. La degradación alcanza incluso a los lemas: “Trabajo para las mujeres”, era la proclama absurda que encabezaba una de estas marchas.


Entre los convocantes, por supuesto, ocupaban un lugar de honor esos sindicatos cuyos dirigentes necesitan cada año más metros de pancarta abdominal y ante cuyas narices se han de producir forzosamente las sistemáticas discrmimaciones salariales de las mujeres en las empresas que ellos mismos denuncian todos los años por estas fechas. A este paso, llegará el día en el que los inspectores de Hacienda combatirán el fraude fiscal mediante batukadas matutinas.


Pero no todo es pesimismo. En los tiempos de pensamiento blandiblú, hay que reconocer que, al menos en lo que a la distribución social del trabajo doméstico, se ha impuesto la visión marxista del mundo. Tesis: la mujer se ocupa de todas las tareas; antítesis: el hombre comparte algunas de esas tareas; síntesis: la pareja contrata una persona que se ocupe de ellas, casi siempre mujer e inmigrante. Máximo rendimiento, mínimo conflicto.


marzo 2009
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