Si la autoridad no lo impide, el canal Veo7 intentará batir el próximo 25 de abril el récord Guiness con la entrevista más larga de la historia de la televisión. Es obvio que el inspector del famoso libro de los records no sabe donde se mete porque el entrevistado en cuestión será Pedro Ruiz.
En un alarde de sinceridad, se titulará ‘Doce horas sin piedad’. Si para ver películas en 3D se reparten gafas de plasticorro, para presenciar la desmesurada entrevista harán falta garfios oculares como los utilizados en ‘La naranja mecánica’.
Dicen los organizadores que han elegido a este hombre “porque es una de las pocas personas en este país que tiene opinión sobre todo”. Falso. Enric Sopena o María Antonia Iglesias, por poner tan sólo un par de ejemplos, cumplen a rajatabla la premisa.
En cambio, en lo que quizás sí sea único Ruiz es en su capacidad para iniciar todas las respuestas con “yo” y terminarlas con “a mí”. De hecho, pertenece a esa brillante aunque reducida estirpe -Montxo Borrajo o Encarna Sánchez-, cuyos miembros no pueden por menos que caer rendidos ante la magnitud de sus propias inteligencias.
Se calcula que el entrevistado deberá hacer frente a unas 740 preguntas. Una pena que sean tan pocas. Obligará a ser extremadamente sintético en sus respuestas, dado que es tan corta la vida y tanto lo que tiene que contar.
El objetivo confeso de la iniciativa, amén de batir el citado récord, es “demostrar que la televisión no tiene límites”. Y es verdad: no los tiene. De ningún tipo, además. Por cierto, alguien debería evitar que la macroentrevista se emitiera en horario infantil ante el riesgo de que los niños se persuadan de que la logorrea es sólo otra forma de estar en el mundo.