Coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Teatro, Patxi López convocó al comité federal del PSE para inaugurar el primer tramo de eso que se ha dado en llamar la transversalidad.
En tan histórico momento, recurrió a una frase memorable: “Os pido que me apoyéis -vino a decir, a la vez que intentaba componer el gesto grave- cuando actúe en función, no de lo mejor para el partido, sino de lo mejor para Euskadi”.
Y el público le respondió que sí y aunque decir que hasta pareció creerle sería una exageración, hay que reconocer que mantuvo la compostura. Que aprovechara la presencia de las cámaras para realizar tal confidencia hay que atribuirlo a que el hombre está ‘working on a dream’ perdido desde hace ya varias semanas.
Ahora deberá ofrecer una segunda función ante la directiva del PP vasco, un público ligeramente más rocoso pero siempre dispuesto a actuar con grandeza.
Precisamente, inmerso en un imparable proceso de inmadurez, el líder popular en el País Vasco, Antonio Basagoiti, continúa fumigando perlas con generosidad. La última -“las detenciones de etarras por parte de la Ertzaintza van a aumentar un 500%”- invita a pedir la dimisión de Rubalcaba y a cuestionar cuál es exactamente la situación en materia de lucha antiterrorista.
Por lo demás, el pacto de investidura y, con toda probabilidad, de gobierno entre socialistas y populares está ya prácticamente cerrado. Aún faltan por concretar algunos flequillos, pero hay consenso en lo esencial: hay que cambiar el mapa del tiempo de la ETB, al parecer, un poderoso instrumento de adoctrinamiento nacionalista subliminal, cuya capacidad de penetración, por otra parte, quedaría en entredicho a la luz de la evolución del voto en el País Vasco y de su nueva mayoría parlamentaria.