El inminente lehendakari Patxi López aúna en su trayectoria dos de los factores que más recelos despiertan en la ciudadanía: carece de experiencia laboral al margen de la política y carece de experiencia al frente de cualquier institución.

A estas dos circunstancias, compartidas con el propio ZP 2004, se suma alguna otra que corrobora el carácter inédito de su designación, tal que el hecho de que no fuera el candidato más votado en las pasadas elecciones del 1-M. Y encima, parece ser que se niega a adoptar la fórmula preceptiva en su petición de mano al árbol de Gernika. ¿”Humillado ante dios”? De ninguna manera. En todo caso, ante Basagoiti, y sólo en el supuesto de que sea estrictamente necesidad.

Todos estos obstáculos, que parecen de importancia, en realidad carecen de ella. Tal y como ayer recordaba la prensa dominical, López ha hecho de su capacidad para ser minusvalorado su mejor arma. Por cierto, las anécdotas familiares que recogían los reportajes apostaban sin rubor por la épica imaginativa: la visión del niño Patxi fingiendo dormir mientras la Guardia Civil franquista registraba el hogar paterno, quizás sea real, pero resulta inverosímil, especialmente, para los agentes beneméritos.

Por contra, en lo que sí coinciden todos es en destacar que, sea por suerte, intuición o conocimiento, su trayectoria avala a un maestro en el manejo de situaciones conspirativas en el interior del propio partido.

A la espera de que transcurran los cien días de cortesía, el primer reto que afronta Patxi es contra el tiempo. En concreto, contra el mapa del tiempo. A la luz de los comentarios lanzados por sus compañeros de viaje ‘populares’, parece imperioso suprimir sin más dilación los territorios vasco-franceses y navarros de la previsión meteorológica de ETB, por más que a todo vasco de pro le seguirán doliendo los huesos cuando vaya a cambiar el tiempo en la Ribera. Es más: es probable que los espectadores sigan viendo Euskal Herria allí donde sólo hay CAV, lo mismo que al manco continúa picándole el brazo después de amputado.

Por lo demás, entre tanto baile de nombres, se corre el peligro de que pase desaparecibido el más importante del nuevo Ejecutivo vasco, así sea extramuros: Begoña Gil, esa mujer asombrada que se esconde detrás de todo gran hombre y cuya presencia en las fotos, tiene la cualidad de alterar algo en Patxi, aunque no resulta fácil determinar qué.