El presidente del Gobierno acudió a un mitin electoral que el PSOE celebraba en Sevilla a bordo de un avión de las fuerzas armadas. Un irresponsable. Y la oposición, en lugar de pedir su inmediato aislamiento en régimen de cuarentena -y por extensión, el de todo el gobierno en el que no faltan miembros que, bajo el influjo de la gripe A, llevan días viendo brotes verdes-, se limita a afearle la conducta.
ZP se hace el interesante insinuando en sede parlamentaria que otros presidentes del Gobierno ya lo hicieron antes. Puede ser, pero, desde luego, no Aznar. Nos hubiéramos enterado porque a ver quién es el guapo que se desplaza en avión militar sin bombardear algún objetivo estratégico, quizás Perejil.
Quedan Adolfo Suárez, que no se acuerda, Leopoldo Calvo Soptelo, fallecido, y Felipe González, en cuyo historial de infracciones- por utilizar un eufemismo- tal minucia pasaría desapercibida.
Pero el PP se siente obligado a pedir explicaciones, estimulado por por la sospecha de que con lo gastado por ZP en queroseno se hubiera podido dotar a a Camps del guardarropa indispensable para disfrutar en condiciones y con un mínimo de confort de la temporada primera-verano en curso.
He aquí un ejemplo de cómo conseguir que una campaña electoral ponga el foco en los asuntos que realmente preocupan a los ciudadanos. Y sin esperar a que el tema del avión se agote, habrá que empezar a hablar de otros problemas estructurales, como lo de la hija de Chaves.
A luz de todos estos acontecimientos, habrá que convenir una vez más en que el gobierno vasco del PSE con el apoyo estable del PP es tan extraño como -pongamos por caso-, la mujer-barbuda. E igual de legítimo, por supuesto.