¡Qué peso nos está quitando de encima a los guipuzcoanos el nuevo Gobierno Vasco! Ayer, el Metro donostiarra; hoy, la ampliación de la pista del aeropuerto de Hondarribia; mañana, quién sabe qué. La lluvia de partidas presupuestarias de siete guarismos es incesante. “The sky was the limit”.

Ha sido conseguir por fin el tres en raya -Gobierno central, Gobierno Vasco y Ayuntamiento donostiarra, con la Diputación en proceso de maduración- y comenzar a abrirse el cielo, a despejarse el panorama y a desatarse los nudos marineros que mantenían el territorio agarrotado.

Hasta se habían formulado teorías sobre la inacción giputxi que, convenientemente desarrolladas, apuntaban a que “los guipuzcoanos discutimos en exceso mientras otros se dedican a hacer”. Bueno, sólo era otra superstición. Al final, todo se reducía a una prosaica cuestión de pelas que, convenientemente invertidas y publicitadas, deberían revertir en forma de respaldo electoral.

La pena es el tiempo que se ha perdido a causa de la ineptitud socialista a la hora de hacerse con el ejecutivo autonómico. Los donostiarras, al menos, veníamos siendo transversales desde tiempos inmemoriales, es decir, al menos desde que Odón Elorza perdió aquellas elecciones municipales que le permitieron convertirse en alcalde, allá por 1991. Por el contrario, el PSE ha necesitado caer derrotado en más de media docena de comicios autonómicos antes de hacerse de una vez con la Lehendakaritza.

Pasarela del Mompás, estación intermodal, Metro de cuatro paradas, aeropuerto ampliado, puerto exterior, tren de alta velocidad, capital cultural, inauguración de Tabakalera, nuevo museo de San Telmo, La Concha peatonalizada… Si es que sólo por verlo, hasta te entran ganas de sobrevivir a la Gripe A.