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Alberto Moyano

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De la misma forma que si uno pone la tele y aparecen los Simpson sabe que está viendo Antena 3, si la que aparece en pantalla es Belén Esteban puede tener la completa seguridad de que ha sintonizado Tele 5.


Un breve paréntesis para aclarar, en previsión de que algún intelectural lea esto, que Belén Esteban es una cuyo rostro parece obra de un sismógrafo fuera de control y que se disputó con Letizia el título de “princesa -marca de bragas- del pueblo” -suma de individuos que sólo se manifiesta como tal en los campos de fútbol-. No hace falta señalar cuál de las dos se coronó.


Ambas tienen en común el hecho de deber su fama al padre de sus hijos, así como que no se les entiende nada cuando hablan, en el caso de la segunda, quizás debido a que siempre lo hace gesticulando, a unos treinta metros de los micrófonos, mientras señala una y otra vez a la pequeña Leonor, queriendo decir algo que nunca alcanzaremos a adivinar, así le lean algún día los labios.


El manoseado ‘efecto mariposa’ no sólo sirve para ilustrar los fenómenos de mayor hondura poética, sino también los de raigambre ‘choni’. Veamos: siete ciudadanos instan al Defensor del Menor a interesarse por la utilización que Esteban hace de su hija -y del torero-, circunstancia que se filtra a la cadena rival, provocando un gran disgusto de la interfecta, la cual horas después, se persona en plató al borde del coma diabético y pulveriza todos los records de audiencia de la cadena.


En contra de lo que sostienen los sociólogos postmodernos, el hecho de que a estas horas de la tarde del lunes las acciones de Tele 5 sean las que más suben de todas las del Ibex-35, triplicando a la siguiente -Repsol YPF- no demuestra en absoluto la importancia del personaje, sino todo lo contrario: este país es una broma.


Quién sabe, la economía es un estado de ánimo. Bien, quizás los ‘brotes verdes’ se fumigan con el azúcar de Belén Esteban, de tal forma que cuando el uno sube, los otros florecen. Es más: la mera posibilidad de que Andreíta no quiera cenar pollo puede provocar en el sector de la alimentación un cataclismo económico de magnitud, duración y consecuencias imprevisibles.


Si finalmente -Alá no lo quiera- el Defensor del Menor le retira la custodia de la niña, la economía española experimentará una recuperación que ninguna inyección de liquidez en los mercados hubiera podido alcanzar. Es más, si esto ha de suceder, ojalá coincida con la presidencia de turno española de la UE.


 


 


 


 


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