El caso Gürtel, en sus líneas generales, revela la esclerosis creativa que padece la corrupción política en España y que le condena a repetir una y otra vez el mismo esquema: los poderes públicos contratan empresas cuyos pingües beneficios se reparten entre el lucro personal y la financiación del partido político en cuestión.
Lo peculiar de cada caso se esconde, como siempre, en los detalles. En el caso que nos ocupa, los 17.000 primeros folios son ricos en detalles. Así, nos cuentan cómo el cabecilla de la trama corrupta se hacía llamar Don Vito, algo que sólo resulta verosímil en el país de Chiquito de la Calzada.
Por otra parte, se aclaran algunos de los enigmas más impenetrables de la democracia, por ejemplo, qué pudo ver Alejandro Agag en Anita Aznar y viceversa. Respuesta: cada uno a su manera, un mundo de infinitas posibilidades.
También sale a la luz la imparable degradación -hasta lo indecible- del gusto de Ana Botella en cuestión de gentes, algo que ya estaba latente en su condición de esposa de Aznar. Así, el tal Correa declaró ante el juez que la edil madrileña “se enamoró, en el buen sentido” de ‘El Bigotes’.
Aquí, “buen sentido” debe entenderse en el contexto de lo que es una amistad viril, ilustrada por aquel “te quiero un huevo” con el que Camps saludaba precisamente al tal Álvarez, al parecer, un líder carismático.
‘Gürtel’ es una historia del género negro, no tanto por sus connotaciones hamponas, como por la recurrente aparición de este color a lo largo del sumario: en las preferencias de Ricardo Costa para la tapicería del coche que habrían de regalarle -y a cambio de qué-, en la tonalidad del dinero circulante y hasta en la obsesión de Camps por fotografiarse con Obama, saciada finalmente en una instantánea con el gobernador de Nuevo México.
Teniendo en cuenta semejante poza y a falta de conocer los otros 34.000 folios del sumario, hay que poner en valor la integridad moral del PP vasco. Su lucha por conservar la honra en tal ambiente ha debido estar a la altura de la mantenida por cualquier ‘velina’ que haya pernoctado en Villa Certosa.
Rajoy, por su parte, ha reaccionado tal y como se esperaba: “Hay que estar cerca de la gente y olvidarse de todo lo demás”, ha
proclamado, siguiendo al pie de la letra las inmortales enseñanzas de Don Vito Corleone: “Ten cerca a tus amigos, pero ten aún más cerca a tus
enemigos”.