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Alberto Moyano

El jukebox

El día 48 del 'Alakrana'

1) En el lema ‘Gure arrantzaleak askatu’, la última palabra sólo se explica en virtud de la primera. Nos adherimos durante 47 días a esta exigencia por razones de vecindad con los afectados y, si se quiere, por compartir un sentimiento de pertenencia. Hay que felicitar a los marineros y a sus familias por el feliz desenlace. Ahora, liberada de cualquier otra función, la pancarta podría perfectamente pasar a adornar el balcón del domicilio familiar de Abbu Willy.


2) La frase “hacemos todo lo que está en nuestra mano” en boca de un gobierno no siempre hay que tomársela al pie de la letra, dada su enorme flexibilidad. El Ejecutivo entendió que había otra forma de gestionar el caso cuando, a la vista de las movilizaciones encabezadas por los familiares de los marineros del ‘Alakrana’, empezó a sospechar que, junto a la vida de los rehenes, peligraba también su propio culo. El Poder Judicial, por su parte, encarnó en exclusiva la defensa del estado de derecho en términos esencialistas, siempre desde la tranquilidad que da a sus miembros ser titulares de un cargo no sometido a elección por sufragio universal.


3) Pese a los esfuerzos del pensamiento altermundialista por dotar a los piratas de un aparato teórico que adecentera en la medida de lo posible su actuación, la realidad ha terminado por imponerse: se trata simplemente de gentes acuciadas por la necesidad que, a la vista de un camarote bien pertrechado, se comportan como un barco pesquero en aguas del Índico, es decir, arrasando con todo.


4) Precisamente, la brutal atomización de las bandas que operan frente a las costa somalí -últimamente ya más cerca de la de las Seychelles-, imposibilita resolver este conflicto en términos civilizados mediante el abono de una tasa por parte de las empresas pesqueras, a imagen y semejanza de cómo funciona la recolección de setas a manos de aficionados ‘giputxis’ en algunas zonas navarras.


5) Con la liberación del ‘Alakrana’ se pone fin a una época que no se va a repetir. Empotrar seguridad privada en los atuneros es, sencillamente, subir la apuesta. Las previsiones oscilan entre el alivio y la tragedia porque, a partir de ahora, o no se producien apresamientos o se producien en combate. Estas circunstancias, junto al millón de dólares diarios que cuesta la operación Atalanta -que convierte en calderilla cualquier rescate pagado hasta el momento- abren algunos interrogantes en torno a los márgenes de beneficio que deja la actividad pesquera en la zona, al parecer, algo más lucrativa, no ya que la piratería, sino incluso que la propia mediación en secuestros, que ya es decir. 


noviembre 2009
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