1) Lo primero, aclarar que si las negociaciones se dilataron en el tiempo fue por un malentendido atribuible a un fallo de coordinación del Gobierno y que llevó a equivocar a los interlocutores. Así, hasta el día 32 de secuestro y al hilo de un comentario suelto en torno al pago por derechos de imagen, los representantes gubernamentales no comenzaron a sospechar que los rocosos mediadores internacionales con los que mantenían conversaciones al más alto nivel pudieran ser realidad los representantes de Cristiano Ronaldo. Lógicamente, aclarado el despiste, hubo que volver a empezar de cero.
2) El Ejecutivo ha aprovechado las primeras horas transcurridas tras la liberación del barco para puntualizar algunas informaciones publicadas: no es cierto, tal y como se ha publicado, que se haya pagado un rescate de 2,3 millones, sino que se han puesto a disposición de los secuestradores fondos procedentes del plan de rescate bancario para paliar su falta de liquidez, en tanto la economía somalí sale de la recesión. El préstamo, ni que decir tiene, se ha pactado según las condiciones de mercado: 5% el primer año, revisable a los seis meses, sin cuotas de apertura, ni de cancelación, con un 6% de tipo de interés TAE.
3) No fue el único equívoco relacionado con el caso. Se ha descubierto que el periodista que presuntamente mantuvo conversaciones telefónicas con el jefe de los asaltantes, del tenor de “¿le importa que le llame pirata?” “En absoluto, llámame lo que quiera”, había telefoneado en realidad a una línea erótica.
4) Tampoco tiene un pase la versión del JEMAD en cuanto a que el último esquife pirata en abandonar el ‘Alakrana’ fue perseguido y tiroteado por un helicóptero español. En realidad, éste nunca lo hizo, atendiendo a razones que podríamos englobar bajo el concepto de instinto de autoconservación. Cualquier ‘think tank’ geoestratégico demostraría que el aparato hubiese sido derribado de inmediato por los tripulantes, al parecer, fuertemente pertrechados de tiragomas y con abundante munición a bordo.
5) Se ha sabido también ahora que tanto Abdu Willy como su compañero Raageggesey Hassan Aji no son piratas somalíes, sino dos activistas antiglobalizadores que se dejaron apresar por la fragata ‘Canarias’ con el único objetivo de conseguir su traslado a España para, en el transcurso del juicio, denunciar con toda claridad la situación agónica de los caladeros del Índico. En derecho penal, esta maniobra es considerada una variante de la ya famosa ‘apertura Mainar’.